CAPÍTULO 2
Al día
siguiente fuimos a una cala. Para llegar a ella, tuvimos que andar mucho pero
mereció la pena.
Todo era
súper guay. En cuanto nos metimos vimos peces muy bonitos. Todos nadamos con
los equipos de buceo menos mi madre que no tenía. Después de varios metros,
dejamos a mamá al sol en unas rocas y mi hermana, mi padre y yo proseguimos. De
repente, mi hermana lanzó un grito de angustia. La miré alarmado y me acerqué a
ella.
-¿Qué pasa? ¿Estás bien?-le pregunté.
-Nada,
es que se me ha caído una de las aletas – me contestó ella.
-
Un momento- le dije- creo que la he encontrado.
Nadé hasta
situarme encima de una de las rocas que había bajo el agua.
Buceé hacia
uno de los lados donde estaba la aleta de mi hermana y me di cuenta de que esta
me había seguido y miraba la roca con ojos como platos. Hizo una cosa muy rara:
golpeó la roca con el puño y sonó hueca.
Le di la
aleta y ella me lo agradeció con un gesto del LS (Lenguaje de Signos). Subimos
a la superficie con preguntas que se agolpaban en nuestras mentes…
-
¿Qué...qué
era eso?- balbuceó Shravni-¿por qué parecía hueca?
-
No sé –musité.
-
¡Eh,
vosotros! – nos gritó alguien.
Ambos nos
volvimos sorprendidos. Después nos percatamos de que papá estaba lejísimos y
que nos llamaba.
Nos pusimos a
nadar hacia él muy deprisa. Le alcanzamos en un abrir y cerrar de ojos.
-¿Qué
demonios estabais haciendo allí?- nos preguntó severamente (aunque me pareció
que había un deje de burla en su voz).
-Yo…yo…-balbuceó
Shravni de nuevo.
-Estábamos
jugando y se le había caído unas de las aletas- me apresuré a decir-por eso nos
hemos retrasado.
No mencioné
lo de la roca porque:
1º no nos
tomaría enserio.
2º se
enfadaría y nos castigaría.
3º no estaba
seguro de lo que habíamos visto.
Pareció
conforme a la explicación que le di por lo que reanudamos la marcha.
Después, al
volver, le pedimos permiso para ir a las rocas donde nos podían ver. Tras
rascarse la cocorota para pensarlo nos dijo que sí.
-Pero
tened cuidado con las morenas y otros animales peligrosos ¿eh?-nos advirtió.
Asentimos y
nos alejamos hacia esa roca. No nos costó mucho encontrarla ya que esta parecía
que nos llamase.
Nos acercamos
con cautela parecía normal a simple vista.
Mi hermana de
repente me llamó la atención.
-¿Qué
pasa?
No contestó
pero me señaló un pequeño agujero que no había visto antes y un diminuto
pececito que se colaba en el interior. A continuación vimos otro mucho más
grande y se metió también.
Mientras le
daba vueltas al asunto me acerqué. Examine la roca y me di cuenta que el
agujero se hacía mas grande o mas pequeño según el tamaño del que entraba o
salía. Se lo dije a mi hermana y me contestó:
-
Me gustaría ver qué hay al otro lado de la roca- confesó.
-Bueno, ¡vamos a verlo! -exclamé.
-Pero…
¿y nuestros padres?- replicó ella.
-
No lo sabrán- dije con una sonrisa traviesa.
-Déjame
adivinar: vas a clonarnos y que así nuestros padres puedan vernos aunque no
estemos ¿me equivoco?-adivinó.
-¡Qué
bien me conoces!-le dije riendo – pero sí,
has acertado en pleno enana -añadí con una sonrisita de suficiencia.
-¡¿Eh?!
Serás….- exclamó.
Después de
esto pusimos en marcha el plan.
Convertí
nuestros equipos de buceo en unos equipos de experto, con botellas de oxígeno,
y unas gafas mejores que las que teníamos.
Después cloné
a mi hermana y después me cloné a mí mismo.
Por último le
di a Shravni el poder de hablar con los animales, la cual se puso muy contenta.
Entonces fuimos otra vez a la roca pero esta vez nos acercamos sin miedo.
Vacilé antes
de entrar pero ella entró decidida y yo la seguí.
Nadamos por
una cueva alumbrados por mi linterna acuática y la atravesamos con una presión de
agua muy fuerte.
Después de un
tiempo interminable…salimos
a la luz. Lo primero que hizo la cabeza hueca de mi hermana fue quitarse las
botellas de oxígeno, pero enseguida descubrí porqué lo había hecho: debajo de aquella
agua se podía respirar.
Me quedé de piedra
admirando el maravilloso paisaje que tenía delante; parecía una ciudad perdida
bajo el agua.
La describiré como pueda: había un puente con arcos, el
sol que se filtraba a través del agua cristalina iluminaba un lugar repleto de algas
y misterio; por aquí y por allá se veían peces con una mueca extraña, como
atormentada.
Mi hermana se
acercó a un monumento y recogió un objeto de piedra. Me lo tendió con una
sonrisa: era un antiquísimo mapa de piedra de aquel extraño lugar.
Entonces me percaté
de la inscripción que había al reverso. Lo leí con dificultad. Ponía: ATLÁNTIDA.
Continuará........